sábado, 10 de octubre de 2020

Oportunidades

Estábamos en clase con solo 11 años, quinto curso de la extinta EGB. Era otro día de clase, otro más de muchos en los que esperábamos en nuestros pupitres expectantes la riña de nuestro barbudo profesor José Manuel al cuestionar éste aleatoriamente a un alumno sobre la materia…

-       ¡A ver… Vicente Brú! Dígame, ¿que rio pasa por Valladolid?

-       ¡El Guadalquivir!

Ante la imposibilidad geográfica de la respuesta del púber, el buen maestro, no con mucha esperanza, concedía la posibilidad de rectificar para evitar echar a galeras al alumno:

-       Bueno Brú, te doy otra oportunidad, pero no abuses que este trimestre te he dado ya mas oportunidades que a Platanito.

Todos en la clase reíamos, unos por conocer la burrada que soltó el niño en primera instancia, otros por la cara de compromiso de Vicente, pero ninguno por conocer la historia del mentado Platanito.

La historia de Blas Romero “Platanito” tiene difícil digestión. Como tantos otros, quería ser torero por afición, pero sobretodo por hambre. De la casa cuna al hospicio, condenado por la Ley republicana de vagos y maleantes, sufriendo palizas e incluso durmiendo en perreras… y así, pasándolas putas, llegó con sólo 16 años, a la Plaza de Toros de Vista Alegre, en la llamada “Corrida de la oportunidad” corría el año 1964.

Luis Miguel Dominguín (por aquel entonces propietario de la plaza) le dio 1000 pesetas por faena durante dos años y cartel junto a “El Cordobés”, Pedro Moya “El Niño de la Capea” o Palomo Linares. Y así, de novillero, la cosa no fue mal del todo, pero un novillo no es un toro.

Después de tomar la alternativa, a Blas los cinqueños le daban autenticas palizas, era un esperpento, un fracaso absoluto o eso parecía… Antes tal despropósito los empresarios veían que las plazas se llenaban hasta la bandera, para ver una nueva oportunidad para Platanito, pero no por afición, sino por mofa, para reírse del pobre hombre. Platanito tenia la piel gruesa, y él, que venía de pasar penuria de verdad, se sentía afortunado en cierto modo. Un día, ante un toro que le estaba masacrando, acabo con la taleguilla hecha jirones, la cara sangrando y el cuerpo lleno de arena, ante la descomposición de la cuadrilla, Blas les asertó: “No os preocupéis, todo va según lo previsto”. Despues llegó a torear 100 corridas en un año e incluso grabó una película.




Blas Romero actualmente, vende loterías en las calles de un barrio castizo de Madrid y no sabe bien si prefiere que le reconozcan o no. Nunca revela su identidad al viandante común, pero siempre lleva encima alguna foto suya y se deja ver por los mentideros taurinos. 

Y es que, aunque se dice “mas oportunidades que a Platanito”, a Platanito solo le hizo falta una oportunidad, y después no le hizo falta ni torear en condiciones. Salió adelante y se gano la vida bien por un tiempo y no tan bien después. 

La determinación por querer salir de un momento duro y haberlas pasado canutas de verdad, vuelven casi invencible al menos pintado. Muchas suerte a todos en la recuperación de este 2020, a por la vieja normalidad.

 

domingo, 26 de abril de 2020

A la feria como el Marqués!

Corría por el pasillo de mi casa la voz de mi madre al llegar estos días... “Ya está aquí la feria y tú como siempre, como el Marqués de las Cabriolas”. Yo me limitaba responder con una sonrisa sin reparar en la referencia.

Durante años pensé que debido al título nobiliario del personaje, mi madre me venía a decir que pretendía vivir la feria como un marqués… pero sin los cuartos que acompañan. Después, lo tomé como un toque de atención ante mi locura al llegar estas fechas, y por último entendía, que el mensaje, de alguna forma oculto, me venía a decir que yo imaginaba estar en proceso de transformación a una mejor versión de mi mismo. Todas las anteriores eran correctas.

Y es que el personaje da para mucho. Brevemente: El Marqués de las Cabriolas era el título otorgado a sí mismo por Luis Martínez Vice (Sevilla, 1891 – 1959) genio, figura y personificación de la Sevilla que se fue. Dicen que su infinita gracia estaba acompañada de genialidad y una dosis muy importante de surrealismo aliñada con elegancia y humildad, algo que ya no se despacha a menudo hoy en dia. Pues la elegancia y el saber estar tiende al aburrimiento, al postureo y el malaje; y la locura y el surrealismo están cada vez más asociados a la soez , a lo vulgar y a la ordinariez. 



Luis Martínez hizo las américas como banderillero, con el matador de toros malagueño Matías Lara "Larita" y a su vuelta a Sevilla empezó a trabajar en la Previsión Española como agente comercial.  Al poco tiempo, decidió fundar su Peña Humorística “El Manicomio” donde los “pacientes” eran “curados” con jabugoplastias y quesotomias. Dicha peña tendría posteriormente, en los años 40, su famosísima caseta en la feria con el nombre Peña Er 77. Él mismo escribió unos humildes versos para explicar que la fundación de su manicomio era puro agradecimiento a sus seguidores: 


"...Pagar quise tal fervor
Con algo digno de encomio 
Y funde, lleno de amor,
Un grandísimo Manicomio 
Del que soy su director..."


En dicha Peña, situada en la actual Cardenal Lluch número 16, se hacían multitud de actividades cuyos ingresos se donaban a los hermanos de San Juan De Dios, en tiempos de posguerra, casi ná. Una vez se hizo una rifa benéfica para la causa mencionada, y lo curioso (y lo cachondo) es que, a falta de medios, lo que se rifaba era Babieca, el caballo de la estatua del Cid de la Pasarela, con la condición de que el ganador no aspirara a llevárselo de su sitio. Esto ocurrió en Mayo de 1956.

Genio y figura, en la duras y las maduras, buen humor surrealista y elegancia hasta sus últimas consecuencias que demostró incluso -dicen los que le conocieron a fondo- poco antes de entrar en el quirófano para una operación que lo llevaría a la muerte.

Por lo visto, sabedor de lo que venía y viendo las caras descompuestas de  familiares y amigos ante la tragedia del saber que tal circunstancia no tenia arreglo, les dijo: -No quiero ver más caras tristes, eh, así que llevadme al quirófano cantando todos al unísono el pasodoble "Gallito". Y con la barbilla en alto, rodeado de sonrisas mezcladas con lágrimas, hizo en la camilla su último paseillo. Genial.

Pues la feria de este año tiene mucho de Marqués, de este Marqués tan sevillano. Como esta tan noble y alta figura, la feria caída este año en desgracia, se ha transformado tocada por la varita de la gracia momentáneamente. Los Remedios ayer era un páramo de La Mancha, barrio visto por un Don Quijote feriante que susurraba a su Sancho que los balcones eran casetas y esos coches mal aparcados y con más de un mes de desuso eran faetones preparados para el primer dia de albero. 

Sevilla estaba enferma, casi a las puertas del quirófano, pero se niega a ver caras tristes y ayer entró en su semana más mágica cantando su pasodoble, mezclando realidad y surrealismo hasta el infinito... pero a diferencia del Marqués, Sevilla, si que va a salir airosa del trance. 




Fuentes:
Libro “La Feria de abril” - Escrito por Antonio Sánchez Carrasco
Blog “Personajes de la feria de ayer” por Julio Domínguez
Artículo en “La Voz de Cádiz” de Antonio Burgos
Milita Alfaro: Carnaval: una historia social de Montevideo
Sevilla la leyenda - blogspot

jueves, 7 de junio de 2012

Dualidades de nuestra Sevilla


Fue en Talavera de la Reina un 16 de mayo. José Gómez Ortega moría tras una cornada en el vientre. Como dice la copla de Quintero, León y Quiroga “Sevilla aquella tarde se puso color amarilla quebraita de color”. Toda una ciudad llorando la muerte de un torero. Es difícil encontrar historias como la de Joselito en el siglo XX en Sevilla.

Hijo de payo y gitana, su muerte con tan sólo 25 años, conmovió a toda España y por supuesto a Sevilla. José fue devoto, hermano y benefactor de la Hermandad de la Macarena y durante su corta vida financió multitud de obras benéficas. Al llegar su cuerpo desde Talavera, tres días después de su muerte, Sevilla de forma más que multitudinaria acompañó en un último paseillo a José al cementerio de San Fernando.

Años más tarde, la familia encargó a Mariano Benlliure un mausoleo para la tumba del torero que representara el amor de la ciudad por él. Benlliure no pudo estar más acertado: en mármol de Carrara y bronce “dibujó” al pueblo de Sevilla llevando a hombros al torero de Gelves a la tumba. El mismo pueblo de Sevilla financió dicho mausoleo por suscripción popular, la representación por ende, no pudo ser más fiel a la realidad.




En esa Sevilla de principios de siglo, José no era el único ídolo taurino de la ciudad. Juan Belmonte, revolucionario del toreo, hacía posible que la ciudad (hasta llegar la muerte de José) se dividiera en dos: Belmontistas y Gallistas. Sevilla y su eterna dualidad otra vez: Sevillistas y Béticos, Trianeros y Macarenos, Belmontistas y Gallistas… Obviamente lo tenemos en la sangre.

Juan Belmonte y José Ortega eran amigos, pero dividían a la ciudad. Juan nació en la calle Feria, en plena Macarena, pero era de Triana y manda en el altozano mirando a la maestranza. Y José nació en Gelves, pero era macareno hasta la médula. Eso es Sevilla: un torero nacido en la macarena al que llaman el “Pasmo de Triana” y el otro macareno hasta las trancas que nace al otro lado del río. 

Decían que el párroco de San Gil era Belmontista hasta el tuétano de sus huesos, pero obviamente y conmovido con la muerte de José accedió a vestir a la Macarena de luto por primera y única vez. Aún así, los Gallistas no quedaron satisfechos y quisieron rendir más honores al torero vinculado con la hermandad. Fue entonces, cuando un grupo de estos, pidieron al párroco que diera su beneplácito para llevar el féretro del torero hasta el cementerio en el pasopalio de la Macarena. Ante la petición, el párroco contestó airadamente:

- ¡Qué barbaridad! ¡Pero cómo pueden propornerme tal cosa! ¡Usar el palio de la Virgen de la Esperanza! Eso seria todo un sacrilegio, y añadió... ¡Ni que se hubiera muerto Belmonte!


domingo, 20 de mayo de 2012

En el fútbol como en la vida


Era una vez viendo un partido de fútbol. Jugaba el Real Madrid en el Bernabeu contra cualquier adversario de la liga, el cual no recuerdo. Las cámaras de televisión daban testimonio visual de la amargura de los aficionados: lagrimas, caras de amargura, manos que auto tapaban bocas y mucho sufrimiento. El Real Madrid iba ganando, pero parecía le iban a empatar, una tragedia total. Otra vez, mientras vivía en Barcelona, me quedé perplejo ante la triste imagen de un Camp Nou que respiraba profunda decepción, mientras su equipo “sólo” ganaba de cagalástima un partido difícil.

Intentaba en ambos casos ponerme en la piel de un aficionado de cualquiera de estos dos equipos. Las dos veces fracasé totalmente en el intento. Imaginaba lo que era ver monólogos semanales de sus equipos, goleada tras goleada sin que jamás hubiera la más mínima incertidumbre de cómo se podía resolver el encuentro. Imaginaba lo que podía sentir un aficionado que iba al campo y al que sólo le podía satisfacer un tipo de desenlace, y al que por el contrario cualquier otro final le podía producir el amargor ya mentado.

Todo me recordaba a la triste historia de un huésped que tuve la oportunidad de conocer en un hotel de gran lujo donde presté mis servicios. Esta huésped, una mujer de aproximadamente 45 años, estaba acostumbrada a lo mejor de lo mejor, siempre a las máximas y más refinadas atenciones, a ser el centro de las miradas. Ella lo tenia todo: dinero, hombres, poder, pero en cuanto la idea que tenia en la cabeza podía torcerse lo más mínimo,  se me venia abajo como una plañidera. Daba incluso cierta tristeza ver a alguien tan frágil ante la más mínima eventualidad. Un día incluso, cuando descubrió que nosotros, el personal del hotel, realmente no la amábamos hasta la muerte y que no gozábamos al desvivirnos con sus caprichos, corrió llorando a la salida prometiendo no volver cual esposa que descubre al marido con la amante.

El aficionado del Madrid o el Barça es por así decirlo una contraposición al aficionado bético o sevillista. No pretendo ofender a nadie con lo anteriormente escrito, y tengo muchos amigos apoyando a ambos equipos, pero siento que dentro de cada uno de ellos hay una pequeña cuarentañera que no entiende la vida (en este caso el fútbol) si no es con todo viniendo de cara.

En el fútbol y en la vida, la cosas vienen mal o bien, duras y maduras y normalmente para cualquier mortal, por cada una de arena tenemos una de cal. Lo que diferencia a unos y otros en la forma de navegar a través de estos avatares. Ser bético es para mi un profundo orgullo, pero mas orgulloso me siento de sentirme sevillano “a las futboleras maneras”.
Ir camino del estadio con los nervios del “que pasará”, apechugar un lunes de oficina con un ridículo de tu equipo la noche antes a la espalda y luchar contra equipos más grandes sintiéndonos David contra Goliat, son parte del ADN del aficionado sevillano al fútbol. Sentir que tu ahí sentado das el aliento, eres el que va a hacer que tu equipo luche y que con tu apoyo ganará…son palabras mayores.

Lo siento mucho merengues y culés, tendréis títulos, dinero, estrellas, ect… pero nosotros tenemos algo que no se puede comprar con dinero…





sábado, 31 de marzo de 2012

Igual que ayer permanece



Hace no muchos días me dispuse en un seminario a intentar explicar a sevillanos nacidos en tierras de ultramar con los que trabajo, en que consistía la Semana Santa. Tan ardua pareciome la encomienda, que trazando a la inversa la lógica, dispuse un guión que tenía por encabezamiento: “Porque no vais a entender la Semana Santa” y a partir de ahí todo resultó más fácil tanto para ellos como para mí.



No me gusta decir “para alguien de fuera”, digo para alguien que va a ver la Semana Santa en Sevilla por primera vez… ¿Se le puede decir que es una celebración Cristiano-Católica sin más? Poder se puede, como se diría, pero a más de uno le llevaría la afirmación a una rasgada de vestiduras. ¿Se podría introducir como una muestra artística? Se podría, pero no haríamos más que reducir la Semana Santa de Sevilla a una mera obra maestra. Y es que Sevilla en la Semana Santa es memoria y tradición y después de estas dos cosas lo que a cada uno le parezca, por ello hay algo que sucede y que es invisible al que no guarda en su cofre un recuerdo.



Ahí radica la explicación al teorema de para quien sí y para quien no esta Semana significa más o menos que para otros.



Dicen que Hemingway al sufrir Alzheimer iba perdiendo su memoria y sus recuerdos y eso le hizo decidirse por el suicidio. Para él su vida eran sus recuerdos y sin su memoria la vida no tenia sentido. En Sevilla la clave de los cofrades y amantes de la Semana Santa es que durante una semana vemos lo que fue y lo que fuimos. En esta ciudad donde lo efímero es lo que permanece, todo cambia, pero durante unas horas y unos días todo vuelve a ser como fue y la memoria de lo que lo vivimos se refresca y aflora.



Para el que no llegue a comprender… cuando hueles una fragancia que oliste hace años, años y años tu memoria te devuelve por un segundo un recuerdo dormido, te devuelve un instante algo que no recordabas, que tienes dentro, pero que al terminar ese instante se vuelve a ir. Cuando escuchas esa canción, tus recuerdos te devuelven a los brazos de esa persona que ya no esta y cuando ves una foto de tu juventud, la imagen quieta del papel se transforma por un segundo en risas, olores y caricias, y se vuelve a ir…



Esa es la verdadera explicación de la Semana Santa en Sevilla, el volver a lo que fuimos, la memoria de lo pasado que despierta en nosotros. Esa semana al año donde durante siglos todo permanece y todo vuelve. En la ciudad donde lo efímero y lo temporal es lo que se queda, nosotros volvemos a ser nuestros recuerdos.



Sevillanos nacidos o no en Sevilla, os animo a que salgáis a la calle y destapéis el frasco de la memoria de vuestras vidas, mirándoos al espejo de lo que permanece durante la semana mas fugaz.

martes, 7 de febrero de 2012

Olores de Sevilla


Un gran amigo mío me contaba hace no mucho como durante su niñez compartía edificio con, el por aquel entonces jugador de U.D Salamanca, Jorge D’Alessandro que mas tarde seria técnico de media españa. Antaño los peloteros de nuestra liga en equipos modestos no cobraban lo que vienen cobrando hoy en día y era normal tener de vecino a un jugador de primera división, hoy algo impensable.  El ir y venir cotidiano para este niño charro era por tanto una delicia. Teniendo al líder de su equipo de fútbol en cromos y en subidas y bajadas de ascensor, es decir, el “no va más”, la envidia del patio del colegio.

Fue entonces cuando este aspirante a adolescente se disponía a cumplir años cuando todavía es un placer y por sorpresa el portero dispuso de un balón de futbol firmado por toda la plantilla como regalo para este simpático. No será difícil imaginar al lector que haya tenido una infancia en condiciones lo que algo así podía suponer. Me río yo del “como un niño con zapatos nuevos”. Donde se ponga un balón y encima firmado que se quiten los zapatos.

A los dos recreos y medio de este primer día más feliz de su vida y estando el balón nuevo aún…pufffffffffff pinchose este a las primeras de cambio y con un insignificante cristal. Ante esto el niño, entre indignado y triste se dirigió a la puerta de la casa del mentado Jorge D’Alessandro y tras llamar al timbre indolentemente y esperar a que abriera la puerta y mirara abajo buscando al perturbador, levantó este el impracticable cuero mostrando la obviedad,  a lo que el argentino espetó:

-         Che nene, pero… ¿Que esperabas por 500 pesetas?

Sin querer concluir la anécdota con una moraleja, me viene como anillo al dedo la entrañable historia del niño y el balón.

Para un ex-exiliado de la ciudad como yo, hay algo que es maravilloso:  El olor de Sevilla. Muy conocido es el olor primavera: una partitura de azahar y incienso, de pólen y jacaranda, de algodones de azúcar, zotal de las 20:00 en feria y la manzanilla Sanluqueña. Fragancia reconocible por todos, muy vistosa y muy palpable.
Pero… ¿Qué me decís del invierno que se nos empieza a ir?  Ese olor a chimenea de campo que cae por calle Abades y ese olor a alhucema por la calle Córdoba se entremezclan con una cierta humedad en el ambiente y con bocanadas de humo de castañas asadas. Son estas castañas las que además de darnos ese aire londinense, con una “niebla” que se corta por la esquinas, nos dan el  olor de esta ciudad en invierno, un tesoro.

Días y días he visto a estos asadores de castañas cargar con ese mamotreto de carro calle Oriente abajo hacia el centro, con el frío y con la esperanza de llevar los cuartos a casa. Paseando por el centro los he observado sin vender casi nada y volviendo a casa con las manos negras y vacías de dineros. Y hoy pasando cerca de uno de estos puestos atestiguaba la reprimenda de un joven altivo a uno de estos vendedores de castañas y dadivoso impregnador de olores de invierno.
Estaba el joven reclamando 2 euros, pues al parecer, y después de comerse medio paquete, las castañas no estaban a la temperatura adecuada. A lo que el vendedor contestó reponiendo el daño con un nuevo paquete.

Ante aquella estampa me fui cantando bajito a mi casa con la pena de que ese joven de aires chulescos no hubiera sido ese niño ilusionado con estos regalos de la vida, y sobretodo, con la pena, de que ese vendedor no hubiera sido D’Alessando para contestarle.

domingo, 29 de enero de 2012

Personajes de Sevilla II: La abuela-cani sevillana


Una señora bien entrada en años tiende a llamarse a abuela, tenga esta nietos o no. Una señora entrada en años que se cuela en el súper y no consiente ser reprobada es una abuela-cani porque, aunque no tenga tal feliz descendencia, si tiene el brevísimo sentido del civismo que tienen estos personajes por todos conocidos.

El mundo abuelil en Sevilla se divide por tanto en dos tipos activos de abuelas: aquellas que con su saco de años a las espaldas pasean por la ciudad intentando comportarse como un miembro más y otras que justifican con sus arrugas la total pérdida de la urbanidad.

Todo el mundo ha sostenido alguna vez de forma caballerosa una puerta al paso de una abuela-cani sin recibir ni un atisbo de “gracias”, ni una mirada. Muchos de los que me leéis habréis sufrido a una abuela-cani en un comercio que sin enterarse de nada al parecer, ha cosechado favores y atenciones de todos y ha conseguido marcharse  sin devolver tales gestos con un agradecimiento.

Estos lobos con piel de cordero se enfundan su abrigo de pieles (naturales o no) de abuela por las mañanas, se da un volumen extra al pelo, cardándoselo desafiando las leyes de la gravedad y colocándose unas gafas de sol modelo “Niña de la Puebla” se disponen a ser la primera en todas las colas de Sevilla a cualquier precio. Son como una ONG que aprovechándose del corazón de la gente corrompe y prevarica fondos y buenas voluntades.
Todo el mundo  cedería el paso, aguantaría la puerta o dejaría el asiento del autobús a este tipo de abuelas ante su aparente falta de agilidad. Aparente digo porque no hay nada más lejos de la realidad. Estas abuelas-cani imitan al resto de abuelas en apariencia para hacerse de estos gestos de cortesía, pero en realidad son prácticamente como Nadia Comaneci, solo que con mucha más experiencia en la vida: una combinación prácticamente indestructible. La abuela-cani pretende parecer otra abuela mas, andando lentamente y con facultades de visión y audición muy mermadas, hasta que vislumbran su oportunidad para infringir una norma social. Es para que me entendáis, como hacia Ronaldo en su última etapa en el Madrid o como hacen las vaquillas ya toreadas, solo se arrancan cuando saben que obtendrán frutos. En ese momento, la abuela-cani, es capaz de hacer la compra en el súper desde la cola y no perder el tiempo o pasar el bonobús caducado haciéndose la sorda y con un golpe de sprint de gacela colocarse en el fondo del autobús impidiendo la llamada de atención del chófer.

Sin entrar en muchos detalles, apostillar que La abuela-cani sevillana tiene una subespecie que he visto clasificar por los cuerpos de policía al nivel de latin king, skin head o núcleos duros de grupos antisistema: es la abuela-cani del barrio de Los Remedios. Esta abuela-cani, si bien sigue comportamientos similares a cualquier abuela-cani del resto de la ciudad, se agrupa en bandas organizadas, nunca caminan solas y ante la más mínima reprobación a su falta de educación pueden reaccionar con violencia. Un grupo realmente peligroso este último.

Espero tengáis un buen final de mes y no dudéis en cambiaros de acera de os encontráis con una abuela-cani.

lunes, 23 de enero de 2012

La torre de la discordia...


Deseoso estaba de volver hacer correr la tinta en este rincón donde os dejo mis pensamientos. En esta ocasión e impulsado por la actualidad os expondré mis reflexiones antes los argumentos a favor de la Torre Pelli que me hacen mas gracia. Espero que os guste.

“Es la modernidad”

La razón principal de la construcción de un rascacielos es el aprovechamiento económico del suelo, por ello se explica que, aunque a partir de una determinada altura el coste de la construcción vaya aumentando exponencialmente, a los inversores les resulta finalmente rentable.
También en los últimos años se han levantado rascacielos con una motivación puramente publicitaria buscando “ser el edificio mas alto del mundo”, aunque con cierta certeza de que su entorno económico haría rentable tal “mounstro”

Se podría decir que ante una demanda inmobiliaria vertiginosa merece la pena construir un edificio de este coste para que pueda albergar a empresas o entes públicos además de ofrecer usos recreativos. Obviamente ya puestos a crear un edificio de este porte que de respuesta a esta demanda, se busca la perfección de la técnica arquitectónica y así aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid embellecer el entorno en lo máximo posible

En nuestro caso, al igual que con el estadio olímpico, hacemos primero el rascacielos y después ya veremos como cojones alquilamos los 2/3 que le sobran a Cajasol. En el estadio olímpico la fiebre fue parecida. Vamos a hacer un estadio que nos cueste 120 mill a todos en impuestos y una vez hecho veamos que hacemos con él. A lo largo de los 13 años que lleva en pie, 9 espectáculos deportivos de primer nivel, además de los conciertos me parece un bagaje corto.

Supongo que “modernizar la ciudad” consistirá en crear remordimiento y pesadez de conciencia a las empresas de Sevilla que por no tener ni un duro para pagarse oficinas en la Torre Pelli ven como esta se queda vacía. En definitiva, la actividad empresarial y económica fomenta la construcción…hacer un rascacielos para fomentar la actividad empresarial es comprar un collar de oro para un perro que no tienes.


“Catetos inmovilistas”

Sin entrar todavía en materia estética, la catetada de la conveniencia o no de levantar la torre es cuanto menos dudosa. Dar una respuesta a una necesidad con un dinero que no se tiene (urbanística) y sin que exista tal necesidad, es algo que se ve a diario entre muertos de hambre hartos de pan (en este caso ni hartos de pan)  y que queda representado en personajes reales como repartidores de supermercado con coches de lujo a pagar en 90 años ó nuevos ricos que se compran un barco y no tienen dinero para cargar el tanque de gasolina.

Se podría decir, para poner otro ejemplo, que hay 2 tipos de personas que se compran una casa de 2000 m2: un padre de familia que sufre una prole de 25 demonios y necesita espacio para que guarden los ponys dentro de casa porque fuera se les resfrían ó un señor que tiene tantísima pasta que le importa un pimiento que le cueste un dineral dicha mansión con tal de que a la hora de separarse de su mujer nadie se tenga que mudar.

En el caso de Sevilla, no es que tengamos problemas para ubicar empresas y ocupar oficinas como esos 25 niños, es que tenemos una isla medio vacía y medio centro con el cartel de “Se alquila” “Se vende” y dentro de poco “Se regala”, vamos que se convida a oficina. De que nos sobre el dinero mejor no hablamos.

La catetada pues está ahí.


“Si lo hacen en Londres porque no lo hacemos en Sevilla”

A la hora de comparar Sevilla con otras ciudades para justificar el levantamiento y su repercusión es mucho mas efectivo pensar en Londres, Paris, Barcelona o Nueva York que en Toledo, Venecia, Praga, Florencia o incluso si me apuráis Estambul donde, habiendo rascacielos, ni al taxista turco mas “pirao” se le ocurriría romper el skyline  levantando una Torre Pelli cerca del Sultanahmed.

En este sentido, y con todo mi respeto a los defensores de la Torre Pelli, solo puedo remitirme al sentido del gusto. Si mañana alguien me invitara a su casa recién amueblada, y con orgullo presume de lo bien que queda el guepardo bañado en oro que a tamaño natural preside el salón majestuosamente, yo solo podría mentir como un bellaco o herir su orgullo con mi sinceridad, pero jamás podría convencer a este generoso macarra de que su gatito es una horterada como la copa de un pino. Si acto seguido esta persona me argumentara que vio el decorativo felino en un casino de Las Vegas y se enamoró de él para toda la vida, la situación se volvería aún mas incomoda pues tendria que explicar, a mi hasta ese momento amigo, que un chalet de Tomares no es lo mismo que el Hotel Bellagio de Las Vegas.

Sevilla no es Londres al igual que el monumento a la reina Victoria de Buckingham Palace no es el Giraldillo (gracias a Dios) por eso el monumento de Londres sigue con su horrendo dorado que allí no queda ni mal y el Giraldillo se queda en su bronce.


Un saludo cordial tanto a detractores como a fervientes defensores de guepardos de oro en forma de torre J

viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Talento malgastado?


Fue en 1982 cuando la selección de fútbol de El Salvador aterrizaba en Barajas con un jugador entre sus filas llamado Jorge A. González Barillas. Para el país centroamericano clasificarse para el mundial entre los 40 mejores equipos del mundo ya era un rotundo éxito con un país sumido de lleno en plena guerra civil. Es cuanto menos curioso que pese a durar menos que una pompa de mistol en el mundial y perder nada mas y nada menos que 10-1 en el primer partido, Jorge fue seleccionado entre el 11 ideal de aquel campeonato entre Zico, Platini y Socrátes Inmediatamente después, el Paris Saint Germain quiso ficharlo, pero Jorge eligió Cádiz.

Maradona dijo de él que es técnicamente es el mejor futbolista que ha visto nunca (incluyéndose a él mismo)… y él dijo de si mismo que Maradona y Cruyff eran los mejores, pero que para él sin embargo el fútbol había sido exclusivamente, una forma de pasarlo bien. Por ello no iba a los entrenamientos cuando eran físicos, se quedaba dormido en los descansos y cuando pagaba las multas que estas actitudes le provocaban, era el jugador que menos cobraba aún siendo la estrella. Pero Cádiz le amaba y el amaba a Cádiz. Llegar a entrenar descalzo porque regalaba las botas a aficionados ó quedarse jugando con los niños en un descampado siendo un ídolo en la ciudad eran prácticas habituales en él.

Dicen de él que pudo haber llegado a donde hubiera querido, pero no quiso.

Y es que aquí en Sevilla, en el sur, no nos tomamos afortunadamente muy en serio esa frase de la película Una historia del Bronx que dice: La cosa más triste en la vida es el talento malgastado.

Es por eso que aún siendo Jorge salvadoreño ejemplifica a la perfección nuestra manera de ver las cosas. ¿Cuantos talentos tenemos en nuestra tierra que podrían haber llegado mas lejos sacrificándose mas y mas? ¿Cómo estaría nuestra economía local si nuestros profesionales pensaran solamente en progresar? Pues seguramente tenemos muchos talentos y en cualquier campo serían capaces de hacer crecer como la espuma los índices económicos, pero otra cosa es estar por la labor.

El precio que se paga por perseguir de por vida el éxito profesional cuando se tiene talento puede ser muy alto, pero sin duda depende de la naturaleza del individuo, y el individuo sevillano tiene a buscar el éxito que necesita y administra su carrera buscando un equilibrio en donde el trabajo no es mas que otro elemento, por eso mismo, es normalmente un precio demasiado alto.

Cuando en otras latitudes se calcula cuanto dinero se podría hacer, aquí calculamos cuanto necesitamos haciendo que durante cuanto tiempo. Y es que parece que ver a una persona trabajando menos de lo que puede es un insulto a la civilización moderna y que como se supone que “el trabajo dignifica al hombre” aquí somos muy poco dignos. Ante esto el sevillano suele responder con ira afirmando que aquí trabajamos igual o mas que en todas partes, cuando sin ser esto último falso, se debería argumentar que aquí intentamos vivir como Dios manda y que no queremos pagar ese precio tan alto del camino del éxito a toda costa exprimiendo nuestro talento hasta la última gota.

Por eso, al igual que en el fútbol, es posible que los haya mejores, pero mientras tanto nosotros, al igual que Jorge “Mágico González”, seguiremos viviendo como se debe.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Americano, te recibimos con alegria...


Era una mañana en la Universidad de Salamanca y Miguel de Unamuno se disponía a ilustrar al alumnado en una clase de su cátedra. La audiencia guardaba silencio y se mostraba respetuosa ante tan insigne ponente. Diose éste la vuelta para escribir en la pizarra el nombre del autor que protagonizaría tan interesante lección: Shakespeare.
Es ese momento, el prestigioso rector giro sobre su propio eje 180º y dirigiéndose a los universitarios afirmó:

-         Hoy hablaremos de “Chaquespeare”

En ese momento, debido al inglés del bilbaíno,  el silencio respetuoso de los jóvenes se transformo en carcajadas y… a partir de entonces, Unamuno siguió el resto de la clase en ingles, provocando que muchos de los estudiantes que se reían tuvieran que salir de la clase.

Y es que hay una sevillana que dice:


“Sevillano que pasas por vera de la Giralda
y ni siquiera te dignas a pararte para mirarla.
Mira como esos turistas por el barrio de Santa Cruz
Le van diciendo a Sevilla lo que no le dices tú”



No se cuantos sevillanos la miran o no la miran, pero ella, nuestra Giralda, se siente un poco mas feilla cuando los de aquí pasamos de largo y, por contra, muy querida y muy guapa cuando estos “otros” le regalan miradas y piropos a su paso. Esta mujer preciosa que domina el horizonte (por ahora) tiene nada más y nada menos que las mismas necesidades que el resto de las mujeres: sentir que gusta todavía y que es capaz de seguir enamorando a propios y zalamereando a extraños.



Es por ello, que me gustaría dar un gran GRACIAS a todos los que un día llegasteis desde tierras de ultramar para probar y aprender... Y ENSEÑAR. Porque muchos de nosotros, los que estamos aquí perennemente, aprendimos de vuestra nueva sevillanía. Porque hoy, para navidades, esta señora, que tras siglos permanece en la Plaza Virgen de los Reyes, esta una mijita mas feliz que el año pasado y es que fueron muchos las que la piropearon y le gritaron guapa y se quedaron boquiabiertos cuando ella les sorprendió al girar por Miguel de Mañana por Hernando Colón o por Placentines. Y gracias, porque a mí durante estos tres meses me enseñasteis mucho a querer lo que se da por hecho que ya quiero, y es que obras son amores…


Y es que cuando llegáis queridos americanos nos empeñamos en enseñaros, y resulta que ahora, después de tres meses, ahora que os vais… me tengo hasta que salir de esta clase de Sevilla porque un día me pude reír y ahora casi no me entero de nada.


¡Gracias y feliz navidad a todos!

lunes, 12 de diciembre de 2011

Adiós flamenco !




Fue después de la Guerra Civil. Un otrora banderillero de Juan Belmonte, llamado Juan Miranda, por ventura del destino y de afinidades políticas fue nombrado, con un dedazo de los que dicen ahora, Gobernador Civil de la provincia de Huelva. Ejerciendo como tal, presidía un día un festival benéfico taurino al que el propio Juan Belmonte acudía como matador.

 Se inicio el paseíllo, y al terminar de cruzar el ruedo uno de los matadores se refirió al Pasmo de Triana de esta guisa:

- Juan, el presidente de la corrida… ¿No es este que estaba de banderillero contigo?

A lo que Juan Belmonte respondió:

 Si

Y el otro, que seguía sin saber, insistió:

Maestro, pero… ¿Se pué sabé como se puede llegá tan rápidamente de banderillero a Gobernador Civil de una provincia?

A lo que Juan Belmonte remató...

Pos como va a ser… degenerando!

Maestro Juan Belmonte, fuera y dentro de los ruedos. Sin caer en el derrotismo más execrable, quería denunciar (a quien le toque) el abandono ciudadano de un tesoro nuestro: El Flamenco. Quizás, culpa de todos, aunque mas del ciudadano, del sevillano sin apellido de administración.

Cantaores, guitarristas y bailaores que tienen que ganarse el pan en China, Nueva York o Japón, mientras aquí celebramos, mas que nadie, como la UNESCO lo nombra patrimonio cultural inmaterial de la humanidad (toma ya). Botellas de champagne a gogó en la Junta de Andalucía para decirnos que grande y que guapos somos y éxodo de artistas a países de ultramar para que les llenen teatros además de para comer caliente que no es poco.

Que verdad tan grande que Italia venda aceite español en EEUU y se lleve los cuartos! Ante esto, el sevillano de a pié en su día a día, se lleva las manos a la cabeza y se lamenta, pero no puede hacer demasiado. A diferencia de este comercio a gran escala de sangre del campo andaluz, el flamenco, aceite de palma sorda y toque de nuestra tierra se va por los aeropuertos.

Y es que hoy, hablando con una estudiante de flamenco de Estados Unidos, que llevaba años bailando flamenco en Santa Bárbara (Los Ángeles) junto a figuras de nuestra tierra, me comentaba que llegaba a ser triste llegar a Sevilla por primera vez, e intentar poner imágenes y revivir tantas letras de bulerías y sevillanas por sus cafés cantantes y tablaos y… no encontrar mucho. Tiene que ser triste ver todo el talento que hay allí de aquí, porque en la cuna de este arte, no se les valora lo suficiente y no hay mercado para ellos, y van allí, y montan escuelas, y venden todo el papel de cafés, teatros, etc… y enseñan a bailar, y se fomenta de verdad un elemento identificador de nuestra ciudad y región.

Y queridos sevillanos... ¿Cómo se puede llegar a esto? Pues como le decía Juan Belmonte a su compañero de terna: Degenerando




jueves, 8 de diciembre de 2011

Tratándonos con la punta

Fue en una entrevista cuando Silvio Fernández Melgarejo dejó otra pincelada de arte. El entrevistador  le preguntó: “Silvio: si te encontraras con una lámpara mágica con un genio que saliera de ella y que te pudiera conceder un solo deseo, ¿qué le pedirías? ¿Poder económico? ¿Salud eterna? ¿Una bella mujer a tu lado que te amara hasta la muerte?”

Ante esa pregunta, Silvio permaneció callado y después de dar un trago a un gin tonic contestó: “Si solo tuviera un deseo, pediría que me pusiera a un camarero que estuviera pendiente de mi todo el día”


Con esa respuesta, Silvio además de dejar al entrevistador sin opciones a una contrapreguntar, puso de manifiesto un mal de nuestra queridísima y maravillosisima ciudad. Dejando claro que sabia de lo que hablaba y que en cuestiones de barras de taberna era autoridad, Silvio, retrató sin mala intención y directamente al sevillano que atiende al público y de forma indirecta al sevillano que es atendido. Porque a los sevillanos nos gusta mucho quejarnos entre amigos sobre la caca de los perros, las obras que padecemos ó de cómo se lo llevan calentito en el ayuntamiento, pero por contra, el mismo sevillano tiende a quedarse calladito cuando lo tratan con la punta del pie y esto a mi parecer es una de las causas de nuestros males en general y la causa principal del deficiente trato al público en particular.

El mismo sevillano que protesta en petit comité, después es vejado por un portero de discoteca y se va de la cola cantando bajito (o pegando voces, pero volviendo a los 5 días) o espera una cola de 1 hora en el banco para que cuando llegue su turno le despachen haciéndole un favor y no dice ni “pescao”. Esa misma persona no dice ni “mú” frente al camarero que no saber decir gracias ni por favor o da los buenos días al entrar en el autobús al conductor y recibe un silencio indiferente por respuesta.

Obviamente hablamos en general, y hay buenos profesionales, pero si hacemos verdadero examen, en Sevilla, hay a la vista una deficiente calidad en cuanto al servicio (y estoy siendo diplomático) y los culpables de esto somos los atendidos. Realmente en esta ciudad no existe en lo profesional una exigencia por parte del cliente. Impera la ley del “no ser malaje”, el “no voy a protestar” y el “tampoco es pa’tanto”. Aunque nos molestan muchos gestos que sufrimos, es curioso como el sevillano-victima que sufre en “sus carnes” la vejación, humilla la carita y se la come.

Lo peor (porque sarna con gusto… ya se sabe) de ser tan bueno y de hocicar, es el momento en el que alguien de fuera se encuentra con una calidad en el servicio de este tipo, que a mi parecer nos tiene en la segunda división B en muchos sectores profesionales.


Conozco muchas anécdotas de Silvio, y no se cuantos gin tonics llevaría en lo alto cuando soñaba ese camarero dedicado a él, pero la lucidez rockera que desplegaba parece que era normalmente inversamente proporcional al numero de cubatas que se metía entre pecho y espalda. Gracias a Dios que ese genio ya ni se acordará de cuantas copas se quedaron por servir  mientras anhelaba a un camarero en condiciones.